La Kamerata Zuid llegó para despertar nuestra fibra chamamecera más profunda
El recorrido por un repertorio muy conocido para todos, fue acompañado con la calidez de Nino Zannoni, el cantante y compositor holandés, hijo de un correntino, que supo transmitir a su hijo muy bien el amor por su Corrientes natal. Los pasajes por su infancia, las vivencias con su padre y su juventud en el litoral, nos llevaron a lugares y sentires conocidos, es que el chamamé es esa música que llevamos dentro, recordándonos de dónde venimos y a dónde pertenecemos.

Tal vez, esa sea una de las razones por las que el chamamé es patrimonio universal porque en ese andar, en ese recorrer del mundo, sus raíces se arraigan en otras tierras sin perder su identidad. Esa que florece generosa compartiendo la maravilla de su música. Esa música que hoy hace que una orquesta holandesa llegue al Chaco a interpretar chamamé y lo exprese con una exquisitez y un sentir tan propio que al compartirlo, no podemos evitar emocionarnos. Esa misma música que un día trajo a Nino Zannoni a Corrientes para que el río Paraná le susurre al oído cuál sería su destino.
El viaje por el litoral al que nos invita la Kamerata Zuid y su concierto Chamamé Sinfónico Nuevo es imperdible, es una invitación a la que no se pueden negar. Las historias se entremezclan y el protagonismo de la noche salta del escenario a los espectadores sin escalas. El público no se perdió la invitación de Zannoni a “canturrear” y se oyeron voces sorprendentes que acompañaron un momento de sentir popular sumamente emotivo al compartir “Volver en guitarra”. Esa participación de la gente, ese ida y vuelta, el acompañamiento fraterno fue una experiencia única para quienes compartimos esta maravillosa noche chamamecera.
Por Natalia Jara, creadora de revista La Andariega – Fotografía: Gustavo Torres





