Investigadores argentinos prueban un innovador tratamiento contra el dolor crónico

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Foto: Universidad Austral

LA ANMAT AUTORIZÓ LOS ENSAYOS EN PACIENTES

El equipo conformado por Alejandro Montaner, Pablo BrumovskyGustavo Álvarez y Marcelo Villar vive al avance de la investigación para tratar la enfermedad “como un logro, como la coronación de una vida dedicada a entender cómo se organiza y cómo se media el dolor crónico en los seres vivos”, indicó uno de los científicos involucrados en el proyecto.

Marcelo Villar, científico del Instituto de Investigaciones en Medicina Translacional, dialogó con Chaco TV en el programa “Nuestra Salud” y detalló sobre este tratamiento, que se encuentra en fase 1 de investigación.

El investigador indicó que la Anmat autorizó pasar a la etapa de ensayos con pacientes y especificó que la terapia se trata de “una aplicación subcutánea y, sabiendo que esto promueve la aplicación de señales sentimales, la aprobación de las marchas está, los estudios deberían estar empezando última semana de noviembre, a más tardar la primera de diciembre”.

Con respecto a las sensaciones que vive por haber llegado a esta etapa de una investigación que puede llegar a cambiar la vida de miles de personas, Villar indicó: “Lo vivimos como un logro, como la coronación de una vida dedicada a entender cómo se organiza y cómo se media el dolor crónico en los seres vivos. Pero aun así yo creo que tenemos que ser conscientes de lo que implica este salto del laboratorio al humano, porque hay que demostrar que esto efectivamente va a producir el efecto que estamos buscando”.

Asimismo, brindó detalles de lo que están realizando actualmente: “Es el primer paso, esta etapa es lo que se llama una fase 1 de investigación clínica, que implica la inyección del fármaco en voluntarios sanos. Lo que buscamos es asegurar que la droga no produzca más daño del beneficio que se busca, por eso se hace en voluntarios sanos, en edades variadas y en ambos sexos, porque la percepción del dolor puede ser diferente para una mujer”.

Y continuó explicando: “Se llama un ‘first in human’, porque es la primera vez que se va a aplicar en humanos, se hacen relativamente pocos pacientes, van a ser 12 pacientes y calculamos que esto va a tomar seis u ocho meses, hasta contar con los resultados, todo lo que sea el análisis de la biodisponibilidad, todo lo que sea la farmacocinética, todo lo que sea la distribución de la droga en el organismo, y eventualmente controles de transaminases hepáticas y el medio interno del organismo para demostrar que es una droga segura”, expresó el científico.

 

 

 

Al ser consultado por los síntomas del dolor crónico, el doctor Villar aclaró que “alrededor del 30% de la población humana tiene dolor crónico; alguna manifestación de dolor crónico, que puede ser dolor de rodilla, de cintura, cuello, muñeca, cadera. El dolor crónico entonces tiene una incidencia importante. Si nosotros consideramos la vida de un individuo llegando hasta la ancianidad, me van a decir que prácticamente el 100% de los seres humanos tienen en algún momento de su vida manifestación de dolor crónico, por degeneración de cartílagos en las articulaciones, por lo que es el proceso de deterioro que ocurre en el organismo con el avance de la edad”. Y sentenció: “El dolor es una realidad humana de la que no nos podemos desprender tan fácilmente y que tiene incidencia muy grande”.

En relación al equipo de trabajo que lo acompaña en la investigación, detalló: “Somos tres investigadores de CONICET, Alejandro Montaner, Pablo Brumovsky y yo. Y en esta empresa que hemos conformado, que es una ‘startup’ o una spin-off de la universidad, incorporamos a un administrador que es Gustavo Álvarez”. Además, aclaró que “todos los estudios, los experimentos, las publicaciones y demás han salido de nuestros laboratorios en el Instituto de Investigaciones en Medicina Translacional y también del Instituto César Milstein, que depende de la Fundación Cassará”.

Al consultarle sobre el hacer ciencia en la argentina, Villar manifestó: “Todo lo que se hace en la Argentina tiene una connotación particular. Hacer ciencia en la Argentina significa luchar con subsidios que a veces no son tan buenos como debiera ser. Significa perder todas las dificultades de importación para los estudios que hacemos; para importación de anticuerpos y demás drogas que usamos en nuestros experimentos. Implica todas las dificultades que la Argentina nos presenta a todos los argentinos”. Y para finalizar, expresó: “Para nosotros, el haber llegado a esta instancia es muy importante. De todas maneras, lo que más nos animará será ver que esto efectivamente produzca los resultados que estamos buscando”.

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