Aniversario: Alejandra Pizarnik, catalogada como escritora «maldita», siendo una artista de gran sensibilidad.

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Alejandra Pizarnik

Alejandra Pizarnik

ANIVERSARIO

A 51 años de su fallecimiento analizamos por qué fue catalogada como escritora «maldita», siendo una artista de gran sensibilidad.

Cercana a su ocaso, Flora Alejandra Pizarnik recibía en 1971 la prestigiosa beca Fullbright. Al año siguiente, con solo 36 años acontecía su trágico final: se suicidó mediante una sobredosis causada tras la ingesta de 50 comprimidos del sedante secobarbital. La halló una amiga suya, de madrugada, agonizando en su departamento. Murió camino al hospital y la velaron en la Sociedad Argentina de Escritores el día posterior a ese trágico final, del cual hoy se cumplen 51 años. “No quiero ir/ nada más/ que hasta el fondo», dejaba manifestado en su pizarra de trabajo.

Fue una pensadora argentina, aquí donde sus producciones eran -y son- de una gran penetración filosófica y psicológica. Tempranamente desaparecida, ha dejado un legado muy reflexivo y de algún modo proponedor, sobre temas que convocan a discutir y profundizar en el sentido de la vida”, remarca la socióloga y educadora de vasta trayectoria, Beatriz Fainholc.

Según lo analiza la experta -doctora en Educación y autora de más de 22 libros, editados tanto en Argentina como en el exterior-: “Tal vez por resaltar ciertas facetas de la frustración, el abandono, y la soledad de modo determinístico y con poca posibilidad de ver alguna luz, ha sido en parte rotulada y en cierto modo cancelada en cuanto sus ideas, sin reconocer el análisis de la complejidad que enunciaba desde ríspidas aristas, respecto del vivir y convivir. Fue injustamente nombrada como una ‘poeta maldita’, dado su vida tenebrosa y en especial porque los rasgos del sufrimiento, la tristeza y el dolor, de gran intensidad emocional impregnaban todo su pensamiento”.

Mucho más que una pluma excelsa, esta joven poeta resultó una artista tan brillante como polifacética. La reciente muestra Alejandra Pizarnik. Entre la imagen y la palabra en la Biblioteca Nacional, dio cuenta de ello. Además de manuscritos, originales y otros textos, se expusieron varias creaciones suyas como dibujante; pues sus inquietudes eran diversas. Marc Chagall (por su intensa paleta de colores) y Remedios Varo eran dos de sus pintores preferidos e incluso la inspiraron en su labor: por ejemplo, la influencia del primero aparece en un poema del cual se conservan dos versiones en la Biblioteca de la Universidad de Princeton -donde resguardan la mayoría de los documentos del archivo particular de AP-. Se formó en periodismo, especialidad que le aportaría herramientas para redactar artículos desde varios medios gráficos.

 

 

En 1954, al año de egresar del secundario, incursionó en las Bellas Artes como alumna de pintura de Juan Batlle Planas, cursando simultáneamente Filosofía y Letras (UBA). Al respecto Fainholc, subraya: “Graduada en Letras, sus obras profundas y originales, tanto en libros como en poesía, demostraron una gran exposición provocadora de una discusión existencial, de la soledad y angustia. También relativa a la identidad en general y de género en especial, considerando a la persona en una búsqueda de su sentido. Por lo cual esos textos se seleccionaban como material de estudio en el área de la Literatura, de carreras universitarias nacionales así como extranjeras. Su aporte formativo desde una perspectiva crítica ha sido muy significativo, pese a no haberse desempeñado en la docencia”.

Proveniente de una familia de inmigrantes rusos -los Pozharnik, según el apellido original-; su primer poemario publicado fue La tierra más ajena (Editorial Botella al mar, 1955). Desde allí, Alejandra, expresaba: “Yo no sé de pájaros, no conozco la historia del fuego. Pero creo que mi soledad debería tener alas”.

Ya con cuatro libros editados, cinco años después se mudó a París. Allá trabajó en varias editoriales francesas y para la revista «Cuadernos»; publicó poemas y notas en varios periódicos; tradujo a Yves Bonnefoy, Aimé Césaire, Henri Michaux y Antonin Artaud, entre otros; también estudiaba Literatura Francesa e Historia de la Religión en La Sorbona.

Fue por aquella época de los años 60 cuando su camino se toparía con destacados colegas latinoamericanos como Julio CortázarIvonne Bordelois y Octavio Paz, entre otros: amistades duraderas y pese a la distancia, conectadas por extensos intercambios epistolares. En 1964 retornaba a Buenos Aires y conoció a quien sería su gran amiga, Silvina Ocampo. Por ese entonces concretaba la publicación de siete poemarios, más relatos surrealistas y novelas breves; mientras elaboraba nuevos textos.

 

 

Por otra parte, Natalia González Tomassini -jefa de la Sala del Tesoro de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM)-, comparte: «Tenemos tres cajas de la colección Pizarnik con material de archivo disponible para consultas». Ya sean investigadores o público general interesado, el acceso a materiales de la sala «requiere acreditación» (previo trámite online y sencillo). Del detalle que figura en la web institucional, se destaca: «La parte del Fondo Alejandra Pizarnik que alberga la BNMM se compone de más de 700 volúmenes de su biblioteca, cinco carpetas y una caja con documentos de su archivo personal».

“Exponer su postura feminista afirmativa en su época, sin tomar en cuenta -en términos contemporáneos- la necesidad de inclusión de lo diverso, de las subjetividades diferentes, la aceleración tecnológica sesgada de los algoritmos en una simbiosis de lo humano-no humano y demás; se oponían a un análisis de la complejidad que Pizarnik enuncia de modo subyacente en su obra. Es de imaginar el aporte crítico-reflexivo que hoy ella hubiera realizado en tiempos inciertos de un posthumanismo”, comenta Fainholc -directora de la ONG «CeDiProE», Centro de Diseño, Producción y Evaluación de Recursos Multimediales para el Aprendizaje-.

“Vaya un homenaje muy sentido a esta escritora, dramaturga y poeta, por sus aportes críticos de la realidad tanto personal como social”, culmina Fainholc (pionera en aplicar una perspectiva de género, con publicaciones como «Hacia una didáctica no sexista» y la primera docente argentina en abordar desde su libro «Educación a distancia», tal modalidad de formación).

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