Tenía 12 años y se suicidó por bullying
«Que tu espíritu se eleve en libertad», comienza diciendo el mensaje, en forma de poema, que Andy Hardman le dedicó a su hijo Drayke a días de su partida. En él habla de como los miedos se apoderaron del pequeño que, con tan sólo 12 años, decidió quitarse la vida. «Que encuentres la paz que buscabas», le desea y sigue: «Que tu mente torturada esté en paz y calma».
«Que no tengas necesidad de fuerza ahora. Que nunca haya otra tormenta. Que nunca derrames otra lágrima», son algunos de los deseos en la carta. Acompañó sus palabras, poderosas, con una imagen del pequeño Drayke con su perro. Realizó el posteo a una semana de que él acabara con su vida luego de padecer, durante todo un año acoso escolar.
¿Quién era?
Drayke Hardman, estudiaba en el condado de Tooele, en Utah. Sus padres, Andy y Samie Hardman, explicaron que habían acudido a la escuela para hablar por el acoso que padecía su hijo. Un día Drayke volvió con un moretón en la cara y le confesó a su hermana que había tenido una pelea con un compañero. Luego faltó a su clase de baloncesto. Después de eso intentó suicidarse. Lo encontraron sus hermanas y llegó al hospital en estado crítico. Falleció en la mañana del jueves 10 de febrero.
Los padres de Drayke no se callaron. Al contrario. Alertaron a otras familias a prestar atención a las señales. «He querido compartir mis sentimientos, pero me ha costado encontrar las palabras», dijo Andy apenas unos días después de la muerte de Drayke. Y añadió: «Ahora es mi momento de ser la voz de mi héroe, mi único hijo que nos fue arrebatado».
Su relató desnudó las emociones que vivió en los últimos días. «Cerré los ojos 51 horas después de comenzar la RCP con la esperanza de salvar la vida de mi hijo. Escuchar los gritos de su hermana de 16 años que presenció algo que nadie debería. Esta es mi pesadilla… cada momento que cierro los ojos. Mientras que mi hijo nunca volverá a abrir los ojos en esta vida. Me inclino sobre mi hijo realizando RCP y siento que no tendré la fuerza para continuar mientras mis brazos se debilitan y arden por el agotamiento».
El relato sigue. «¿Qué haría que un niño de 12 años perdiera tanta esperanza en su corazón que se amarraría la sudadera con capucha alrededor del cuello para quitarse la vida? Una palabra… acoso».
«Culpo al sistema»
«Me desperté esta mañana más enojado que nunca en mi vida. ¿Me culpo a mí mismo? ¿Culpo a mi dulce niño? ¡Culpo al sistema! ¡Culpo al hecho de que estos matones existan! ¿Cómo hay tanto odio en nuestro mundo que permitimos que los niños lastimen a otros niños? Es simple… lo hacemos el uno al otro y ellos aprenden que está bien alimentar su falta de confianza. Creen que los hace geniales. Mi hijo nunca se casará, nunca será padre. Él nunca tendrá un futuro de ningún tipo. Todo por culpa de un niño cobarde. ¿Por qué este chico merecía tratar a mi hijo como si no fuera humano? ¿Qué lleva a este chico y a sus cobardes amigos a convertirse en un defensores del odio? ¿Son los padres? No tengo las respuestas, pero sé que esto tiene que parar ahora», relató convencido del drama auténtico y profundo que es el acoso escolar o bullying.
El objetivo de Andy al compartir la historia de su hijo es alertar a otras familias para que tomen conciencia sobre la gravedad del bullying. Propuso usar la etiqueta #doitfordrayke (hazlo por Drayke) para que las personas cambien su actitud hacia una más interesada en le bienestar del otro.
«No podía salvarlo»
La mamá de Drayke, Samie, fue clara al respecto: “Este es el resultado de la intimidación, mi chico bueno estaba peleando una batalla de la que ni siquiera yo podía salvarlo. Es real, es silencioso y no hay absolutamente nada que puedas hacer como padre para quitar este profundo dolor. No hay señales, solo palabras hirientes de otros que finalmente robaron nuestro Drayke de este lugar cruel”.
«¿Cómo un niño de 12 años que fue amado ferozmente por todos piensa que la vida es tan difícil que necesita alejarse de ella?», se pregunta Samie en una despedida dolorosa. «Él era nuestro mundo, mi mundo, el mundo de su padre, el mundo de su hermana… giramos en torno a este chico. Conocer a Drayke era amarlo, tenía un fuego que encendía a la gente, su personalidad ingeniosa y esos ojos azules de bebé conquistaron al mundo. Él es mi chico, la única persona que en un momento dado simplemente se detendría y me daría un abrazo, me diría 100384849 veces al día ‘Mamá, simplemente te amo’, mi obsesión por el baloncesto y el jazz», contó ella sobre quién era Drayke más allá de todo lo que hoy se diga de él.
Soñaba con ser jugador de básquet
El pequeño, que se quitó la vida tras padecer bullying y acoso escolar, soñaba con ser estrella de la NBA. «Eres mi gracia salvadora, eres el guía de caza de papá y ahora eres el protector eterno de tus hermanas mayores. No estoy segura de cómo navegar esta vida sin vos. Se suponía que pasaría el resto de mi vida contigo, y tú pasaste el resto de la tuya conmigo«, escribió a modo de despedida y agregó: «Mi corazón está destrozado, no sé cómo arreglarlo, o si alguna vez lo haré, pero pasaré cada minuto mostrando bondad en memoria de mi amigo favorito. Su propósito aquí era enseñar bondad, mostrar amor y lo hizo absolutamente, tomó a cualquiera como amigo para que tuvieran uno».
«No puedo empezar a expresar lo agradecida que estoy por mi gente, por las llamadas, los textos, todos los mensajes. Intento responder, lo hago, pero no sé cómo en este momento. Les diría que abracen a sus bebés, abrácenlos fuerte, enséñales a vivir y a amar ferozmente«, remató Samie en una conmovedora carta de despedida.
Tanto Samie como Andy trabajan hoy, mientras atraviesan el dolor más profundo de haber perdido a un hijo, en despertar a las familias, a los jóvenes y a los educadores en torno a la importancia de educar en y para el amor. Destacar el respeto a la vida -la propia y la de los demás- como un valor imprescindible.








