Ñemboki en el Paseo de Artes del Shopping Sarmiento

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Ñemboque
El Paseo de Artes del Shopping Sarmiento fue el escenario de una experiencia multisensorial. El Ballet Ferrazzano, vestido con prendas intervenidas por el artista Sergio Falcón, danzó junto a obras de talleristas locales en una puesta que unió el caudal del Paraná con el suspenso lúdico de la noche de brujas. La velada, que coronó un año de trabajo en comunidad, dejó claro que el verdadero hechizo está en la diversidad creativa chaqueña.

Bajo la atenta mirada de las obras que habitan el Paseo de Artes de la Galería Tenerani, en el Shopping Sarmiento, se congregó una conjunción extraordinaria de artistas para dar vida a un espectáculo único. No fue una simple muestra de fin de año; fue una experiencia sensorial donde las disciplinas se entrelazaron en un coqueteo constante con la belleza. Esa fue la esencia de «Ñemboki», una palabra guaraní que, como explicó el profesor Félix Fernández, significa precisamente eso: coquetear, flirtear, galantear. Y esa fue la invitación que el Centro Cultural Ñacheq extendió a todos los presentes.

La noche se tiñó de dos atmósferas aparentemente distantes pero perfectamente fusionadas: la serena belleza del río y el lúdico encanto del terror. El Centro Cultural Ñacheq propuso ir disfrazadas de brujas a docentes y talleristas que con divertidos trajes honraron la temática de una noche muy especial. Por otra parte, las jóvenes bailarinas del Ballet Ferrazano trajeron la temática del río en sus atuendos intervenidos  por Sergio Falcón. Este contraste ilustró a la perfección la mistura cultural que define a la ciudad, un espacio donde el arte y las identidades se entremezclan sin reparos, sumando nuevas expresiones en una diversidad que, aunque a veces propone cierto caos, siempre termina sumando belleza.

El corazón de esta experiencia multisensorial fue la performance que unió el talento de la diseñadora Carolina Cenzano y el artista plástico Sergio Falcón. Cenzano creó una cápsula de prendas intervenidas exclusivamente para vestir a las bailarinas, sobre las cuales Falcón volcó su arte, transformando los trajes en lienzos que narraban la belleza del río. Con cada movimiento, las bailarinas no solo ejecutaban una coreografía, sino que ponían en escena toda la potencia del paisaje chaqueño, creando un diálogo viviente entre el cuerpo, el tejido y la pintura.

Mientras el Centro Cultural Ñacheq exponía los trabajos de sus talleristas, fruto de un año de labor en distintas disciplinas, se respiraba un aire de celebración y proyección. Sandra Rodríguez, directora de Ñacheq, celebró la participación y el diálogo artístico que permiten este tipo de encuentros. Desde su rol de anfitriona, Carmen Tenerani agradeció la convocatoria y la adhesión de todos los que hicieron posible esta memorable jornada, que sirvió como un cierre anticipado del año y, a la vez, como una promesa.

La velada, cargada de arte y comunidad, no fue un punto final, sino un punto y aparte. Las propuestas, se anunció, se renovarán en 2026, ampliando la familia de artistas que conviven en este espacio dedicado a las artes. Así, la noche de Ñemboki logró su objetivo: coquetear con el público, seducirlo con belleza y dejarlo con el anhelo de los nuevos encuentros que habrán de venir.

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