Condenaron a 11 genocidas del «Circuito Camps»

0
lesa humanidad
Juicios por delitos de lesa humanidad

Condenaron a 11 genocidas del «Circuito Camps»

El jefe de ese campo de concentración se había hecho pasar por muerto y se fugó.

   Fueron condenados 11 genocidas en la causa por los delitos de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de detención El Pozo de Banfield (Quilmes), El Infierno (Avellaneda) y la Brigada de San Justo.

«Este tipo intentó toda su vida escapar de lo que hizo, pero no lo logró», dijo Marta Ungaro, querellante en los tribunales de La Plata, sobre el genocida Juan Miguel Wolk, apodado «El Nazi», condenado a perpetua por secuestros y torturas, homicidios, delitos sexuales y robo de bebés cometidos contra cientos de personas en el centro clandestino conocido como Pozo de Banfield durante la última dictadura militar.

 

Junto a él, una decena de acusados recibió penas -en su inmensa mayoría, a perpetua- por hechos similares sucedidos en el Pozo de Quilmes, el centro clandestino El Infierno y la Brigada de San Justo, revisados en el histórico juicio «Brigadas». En cambio, Enrique Barré, número dos de Wolk, fue absuelto. Barré era defendido por el estudio de Mariano Cúneo Libarona, quien se apartó del caso en diciembre de 2023, al ser designado ministro de Justicia. Así lo explicó la abogada Pia Garralda, abogada de Apel e integrante de la querella de Justicia Ya!

 

Horacio Ungaro, hermano de Marta, fue una de las víctimas de la «Noche de los Lápices» -su hermana, Nora, es sobreviviente. La mayoría de esos adolescentes tuvo, como último destino antes de la desaparición, al campo de concentración que dirigió Wolk, quien se hizo pasar por muerto y se profugó durante años antes de finalmente ser capturado. Marta Ungaro lo descubrió. «Hoy, finalmente, mi hermano y el resto de sus víctimas van a salir finalmente del Pozo», dijo.

 

El «Nazi» o el «Alemán», como era llamado por sus colegas represores del circuito Camps, trató por todos los medios escapar de la condena que le ordenó la Justicia federal. Ante el Tribunal Oral Federal número 1 de La Plata dijo que durante la última dictadura él fue «tan solo» un comisario bonaerense a cargo de delitos contra la propiedad. Escuchó la sentencia desde su casa, y el Presidente del Tribunal debió llamarlo varias veces la atención por apartarse de la cámara.

 

Un fallecido que cobra jubilación

 

Como comisario inspector de la Bonaerense, Wolk fue jefe de la División Delitos contra la Propiedad que funcionaba en el barrio Villa Centenario en Banfield, partido de Lomas de Zamora, entre octubre de 1974 y julio de 1976. A partir de mediados de 1976, con la dictadura en plena cacería, pasó a ser director de Investigaciones de la fuerza en la Zona Metropolitana y el Pozo su sede. El «Nazi» ascendió a comisario mayor en mayo de 1977 y lo fue hasta enero de 1979.

 

La dependencia localizada en Siciliano y Vernet, a dos cuadras del Camino Negro, estrenó su función de centro clandestino hacia fines de 1974, de la mano de la Triple A. Por los calabozos del primer y el segundo piso de ese edificio pasaron centenares de detenidos desaparecidos; allí fueron torturados y abusados.

 

En su sótano asesinaron a los chicos y chicas de la Noche de los Lápices. En su cocina parieron unas 30 mujeres cautivas; la mayoría de esos bebés fueron separados de sus madres, robados a sus familias biológicas y entregados a otras personas, que los apropiaron. El año pasado, uno de ellos, Daniel Santucho Navajas, el nieto 133 hallado por Abuelas de Plaza de Mayo, restituyó su verdadera identidad. Su caso fue incorporado al debate en las últimas audiencias. Su mamá, Cristina Navajas, permanece desaparecida.

 

En 1986, Wolk llegó a ser condenado por varios de esos crímenes. Recibió 25 años de prisión en el marco de lo que se conoció como la «Causa Camps», una de las pocas que llegó a continuar el camino iniciado por el Juicio a las Juntas. La condena duró poco, porque las leyes de impunidad lo libraron de toda culpa y cargo para el Poder Judicial. Vivió tranquilo durante la década siguiente, pero los familiares de sus víctimas no se rindieron. Juicios por la verdad en La Plata y pedidos de extradición del juez de España Baltasar Garzón empezaron a quebrar la calma.

 

«El juicio por la verdad no emitía condenas, pero sirvió muchísimo para generar pruebas sobre los crímenes de esta gente. En ese juicio, alguien planteó que Wolk estaba muerto», recordó Marta. Para quedar fuera del radar que lo tenía ya enfocado, Wolk tuvo que mentir: alguien presentó un certificado falso de su defunción en el marco de aquel debate declamativo, pero no estaba muerto.

 

Ungaro trabajaba en la Cámara Electoral bonaerense. «Me resultaba extraño que pasaban los años y Wolk seguía apareciendo en los padrones. Por lo general pasa un tiempo hasta que la gente que fallece deja de figurar, pero él seguía estando ahí», contó.

 

En 2006 se le ocurrió hacer un pedido de informes a la caja previsional de la Policía bonaerense para saber qué había sucedido con la jubilación del represor. La respuesta que recibió confirmó sus sospechas: «Me respondieron en julio de 2007 que el mes anterior, junio, la había cobrado él mismo». El «asesino y desaparecedor de Horacio», como ella misma llama al genocida, estaba vivo.

 

Realizó la denuncia ante el Juzgado Federal número 3 de La Plata, a cargo del juez Arnaldo Corazza, que recién lo localizó en 2008 y le otorgó el beneficio de la prisión domiciliaria. Ella y otros familiares insistieron en que debía estar detenido en cárcel común, pero la discusión demoró años. Mientras, Wolk volvió a sus días tranquilos en su casa de las afueras del Bosque Peralta Ramos, en Mar del Plata.

 

En 2012, a un paso de que la Suprema Corte de Justicia bonaerense lo mandara a Marcos Paz, se fugó. Fue su hija la que advirtió que se había ido. «Me puse a averiguar y supe que esa mujer, su hija, era policía de la Comisaría de Mar del Plata que debía controlar la prisión domiciliaria de Wolk. Todo un desastre», recuerda Marta.

 

Un año después, el represor fue encontrado en la casa de su hermano, a 20 cuadras de la suya. Su hija fue procesada por no haber evitado su fuga. Fue recapturado y pasó un tiempo en prisión, pero volvió a ser beneficiado con el arresto en su casa debido a supuestas razones de salud y la edad. Hoy tiene 90 años. El año pasado recibió una condena a prisión perpetua por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Hogar de Belén.

 

Condenas y absolución

 

Además de Wolk, otros nueve represores recibieron condenas a prisión perpetua y uno a 25 años de prisión este martes en el marco del juicio «Brigadas», que resultó histórico por varios motivos. Entre ellos, porque fue el primer debate que repasó crímenes contra personas integrantes del colectivo travesti trans. Repasó violaciones a los derechos humanos contra más de 600 víctimas y contó con más de 600 testigos.

 

Los acusados, todos exmiembros de la bonaerense y del Ejército, son seis menos en la lista de quienes ocupaban el sector al inicio del debate. Unos siete fallecieron durante el proceso, incluido el genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz. Uno, Horacio Castillo, se incorporó durante el transcurso de las audiencias tras ser identificado como represor del Pozo de Quilmes en junio de 2022

Diario Norte

Deja un comentario