Con aporte chaqueño, se cumplen 16 años de la epopeya de la Generación Dorada

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Ya pasaron 16 años, pero parece que fue ayer cuando el deporte argentino celebraba un hito que muchos compararon incluso hasta con el Mundial de Fútbol de México 1986: la selección argentina de básquet lograba vencer a Italia en la final de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y de esta manera tocaba el cielo con las manos.

Entre ese equipo formado por una camada que aparentemente será difícil de imitar (por juego vistoso y por determinación en cada jugador) estaba un integrante chaqueño, que era el castelense Rubén Wolkowyski. El “colorado” consiguió sobresalir en los años 90’ con su fuerte juego interno y de esa manera llegó al combinado nacional cuando la luz de estrellas tales como Marcelo Milanesio o Juan Espil, entre otros, comenzaba a dejar sus últimos destellos.

Luego de ganar la Liga Nacional con Estudiantes de Olavarría en el año 2000, a los pocos meses llegó su oportunidad de jugar nada menos que en la NBA, convirtiéndose en el primer argentino en ser jugador de la máxima liga a nivel mundial, logro que pocos días después también concretó Juan Ignacio “Pepe” Sánchez.

Precisamente esos dos referentes del básquet argentino fueron compañeros en el proceso que el DT Rubén Magnano comenzó a dar forma desde junio de ese mismo año 2000. Coincidencias si las hay.

El Premundial de Neuquén en 2001, donde la Argentina aplastó a todos sus rivales, fue la punta del iceberg que venía por todo en el deporte generalmente dominado por los Estados Unidos o por potencias europeas con las que nuestro país no osaba compararse, por lo menos hasta ese entonces.

Luego, en el Mundial 2002 de Indianápolis, un gran juego colectivo sumado a la calidad técnica de un tal “Manu” Ginóbili y una tapa inolvidable del chaqueño Wolkowyski ante Alemania en semifinales llevaron a la Argentina a la final y solo la falta de experiencia y un gran error de los árbitros privaron a nuestro país de ganar su primer mundial. Pero dos años después llegaría la revancha.

Un oro que, 16 años después, sigue brillando

Tras un duro torneo preolímpico en Puerto Rico en 2003, la selección de Magnano logró clasificar a los JJOO de Atenas 2004 con la derrota en la final contra Estados Unidos, que se transformó en una anécdota. Pero a la vez fue una advertencia hacia los norteamericanos sobre lo que la Argentina era capaz, tal como ocurrió en 2002 con la histórica victoria de la albiceleste ante un combinado de jugadores de la NBA, la primera que se registraba.

Y llegó la cita olímpica y de la manera menos esperada, con un debut ante nada menos que los campeones mundiales, por entonces llamada Serbia y Montenegro (parte de lo que fue Yugoslavia dos años antes). El cierre fue de infarto, con Argentina perdiendo por 1 punto faltando menos de 4 segundos para el final y con la legendaria, agónica y victoriosa “palomita” de Ginóbili que está en el podio de las grandes jugadas del deporte nacional.

Luego vino la caída ante el siempre complicado España para la historia del básquet argentino y tras sortear a China y Nueva Zelanda cerró la fase de grupos con una derrota ante Italia tras un increíble tiro errado por Carlos Delfino. De esta manera, se venía un choque durísimo ante el local Grecia. Y fue así nomás. Un ambiente más que hostil se dio aquel partido donde el juego de Argentina distaba de ser del nivel mostrado en Indianápolis, pero el carácter lo mantuvo con vida y la salvación llegó gracias al ingreso de Walter Hermann, con lo que se logró la victoria que los llevó a una semifinal nada menos que ante Estados Unidos, que había dejado fuera a la mismísima España.

Probablemente muchos fanáticos del básquet recordarán que hicieron antes, durante y después de aquel viernes 27 de agosto cuando el combinado nacional mostró todo su potencial ante los NBA encabezados por Tim Duncan (compañero de Ginóbili en San Antonio), Allen Iverson, Marbury y un joven Lebron James. A eso se sumó la aparición en todo su esplendor de “Manu”, quien para entonces ya era un jugador más consolidado en la liga más fuerte del planeta y un símbolo del conjunto albiceleste.

Finalmente, lo que parecía 2 años antes un milagro volvió a repetirse: la Argentina derrotaba a los Estados Unidos, pero esta vez en la competencia que a ellos más les “importaba”. Todo fue alegría y fervor en ese plantel que tenía al chaqueño Wolkowyski como parte clave en la defensa como en el ataque, quien a su vez aportó con un triple fundamental. Pero una vez consumada la victoria ante lo que parecía un sueño, la final del torneo pasó a ser una obligación y más cuando se supo que el favorito en llegar al cierre de la competencia (Lituania) cayó ante Italia, que pasaba a ser el rival de Argentina.

Así, el sábado 28 de agosto, el plantel dirigido por Rubén Magnano salieron a la cancha con la idea fija de que, a pesar de asegurar una medalla para el país, la chance del oro olímpico no podía escaparse luego de la histórica victoria ante EEUU. “Pepe” Sánchez, “Manu” Ginóbili, Andrés “Chapu” Nocioni, Luis Scola y Rubén Wolkowyski fue el quinteto inicial. Como de costumbre, el chaqueño aportó a la causa y lo hizo con una tremenda volcada en el principio del juego. Luego se trabó el juego, pero los argentinos rompieron la dinámica con un excelente juego de Alejandro Montecchia que estampó dos triples fundamentales para poder liquidar el encuentro.

Italia ya había vencido a la Argentina ese mismo campeonato (76-75 fase de grupos) y forzado el camino que después tuvieron que desentrañar en la llave eliminatoria yendo por el lado del local y EEUU. La historia fue distinta en la final. El conjunto italiano, que tenía elementos de calidad, se sostuvo en el partido con una buena defensa y alta efectividad desde la línea de tres puntos (11 triples) mientras que Argentina dependió mucho de lo que hizo Luis Scola (25 pts y 11 reb).

El eterno capitán fue clave con la anotación, pero la figura que rompió los esquemas y la dinámica de partido fue Alejandro Montecchia (17 puntos con 2/4 dobles, 3/5 triples y 4/5 libres en 17 minutos). El “Puma” apareció en todo su esplendor anotando a un nivel no acostumbrado en ese campeonato.

Italia intentó una reacción en el último cuarto. Antes de cumplirse los primeros dos minutos llegó a ponerse a dos puntos (61-59). Pero un triple de Montecchia (el primero para los argentinos después de ocho intentos fallidos), dos libres de Scola después de una falta antideportiva de Basile, una tremenda volcada de Wolkowyski (que tuvo su mejor juego del torneo) y otro triple del “Puma” alejaron al equipo argentino 11 puntos (71-60) y volcaron definitivamente el resultado.

Orgullo chaqueño

Luego llegó una alegría en todo el país que muchos comparan con la del Mundial de Fútbol México 86’ y de esta manera nació el mote de “Generación Dorada” a ese conjunto de leones que increíblemente coincidieron tanto en edades como en sus respectivas determinaciones y espíritus de lucha, donde no existía la figura de un “caudillo” y todos eran una unidad, por más que dentro de ese plantel había un distinto que era Ginóbili.

Fue el nacimiento de un período donde el básquet argentino se codeaba con las potencias. En 2006, cuando el chaqueño Wolkowyski seguía integrando la Selección, un triple fallido de Nocioni ante España pudo depositar a la Argentina en la final del Mundial de Japón y en los JJOO Beijing 2008 los EEUU fueron mucho más en las semifinales y el combinado albiceleste compensó esa derrota logrando el bronce al ganarle a la siempre dura Lituania. Después vino un quinto puesto en el Mundial Turquía 2010 y finalmente una polémica derrota ante Rusia en la lucha por la medalla de bronce en las Olimpiadas de Londres 2012.

Hoy se cumplen 16 años de aquel éxito que quedará grabado para siempre en la historia del deporte argentino y sobre todo para los chaqueños que permanentemente recordarán que uno de los suyos fue parte de algo que pareciera que está muy lejos de repetirse en el mundo de la pelota naranja.

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