El algodón ante el cambio climático: una variedad con más resistencia al calor

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Parte de los ensayos en el laboratorio del INTA Sáenz Peña. «El calor es una de las amenazas para el cultivo, y estamos usando equipos de ultima generación», señaló a NORTE Nydia Tcach.

El algodón ante el cambio climático: una variedad con más resistencia al calor

Una investigación entre el INTA Sáenz Peña y la Uncaus permitió avanzar en un trabajo en el cual se puede saer qué tipos de genes incorporar a una variedad de semila.

La ingeniera agrónoma Nydia Tcach, investigadora del INTA Sáenz Peña, expone detalles de los datos obtenidos de los ensayos que fueron realizados.

SÁENZ PEÑA (Agencia). Un trabajo de investigación que surge a través de una alianza entre el INTA Sáenz Peña y la Universidad Nacional del Chaco Austral permitió avanzar en un trabajo mediante el cual se puede saber qué tipos de genes incorporar a una variedad de semilla de algodón, que tenga la capacidad de ofrecer mayor resistencia al calor.

En este sentido, hay lotes de ensayos en la estación experimental del INTA Sáenz Peña que se están monitoreando y llevando a cabo avances muy significativos.

La ingeniera agrónoma Nydia Tcach, especialista del INTA, explicó a NORTE cómo las altas temperaturas y la sequía afectan al algodón, y qué estrategias se están desarrollando para enfrentar este desafío climático en el Chaco y la región.

Tcach, es una referente en investigación algodonera del INTA, hizo referencia al complejo escenario que atraviesa el cultivo del algodón ante el aumento sostenido de las temperaturas extremas y la escasez de lluvias. Frente a esta situación, destacó la importancia del trabajo conjunto entre el sector público, privado y académico para lograr variedades más adaptadas.

«El algodón es un cultivo rústico, quizás el que mejor se adapta a los ambientes cálidos, pero las temperaturas que estamos viviendo en los últimos años –que llegan fácilmente a los 55°C– están generando pérdidas de hasta un 40% en el rendimiento», explicó Tcach.

UNA INVESTIGACIÓN DEL INTA-UNCAUS

Desde el INTA, junto con la Universidad Nacional del Chaco Austral (Uncaus), se están realizando ensayos con materiales genéticos provenientes de diversas partes del mundo. El objetivo es identificar aquellos que mejor toleran el calor extremo y la falta de agua. Para ello, cuentan con un banco de germoplasma que reúne más de 800 materiales.

«Hay genotipos que transpiran menos, que tienen hojas más pequeñas, o que gestionan mejor el consumo de agua. Eso les permite adaptarse mejor a las condiciones extremas», detalló. «Estamos viendo que algunos materiales pueden mantener el rendimiento en condiciones de mucho estrés climático», dijo.

Entre las herramientas utilizadas, mencionó un equipo especializado para medir fotosíntesis, único en el Chaco, que permite conocer cuánto dióxido de carbono absorbe una planta (lo que se transformará en azúcares) y cuánta agua pierde. «Esto nos permite evaluar de manera precisa el comportamiento de cada variedad», explicó.

CALOR Y SEQUÍA AFECTAN LA CALIDAD DE LA FIBRA

Pero la problemática va más allá del rendimiento: el calor y la sequía también afectan la calidad de la fibra, lo que repercute directamente en la comercialización. «Si el daño ocurre en el período reproductivo del cultivo, que se da a los 70 días de la siembra, no solo se pierde volumen, sino que se reduce la calidad. Y eso repercute en el mercado», advirtió.

Frente a un escenario climático cada vez más desafiante, Tcach señaló que «el algodón podría convertirse en uno de los pocos cultivos viables en ciertas zonas del país», debido a su capacidad de adaptación. Sin embargo, enfatizó que se deben tomar decisiones estratégicas, como ajustar fechas de siembra, incorporar tecnología y escuchar la experiencia de los productores.

ESCUCHAR AL SEMBRADOR

«La opinión del productor es fundamental. Ellos tienen el conocimiento empírico, y nosotros aportamos la mirada técnica. Esa combinación es poderosa», afirmó.

Además, mencionó que uno de los factores que limitan los rendimientos es la falta de fertilización adecuada. «Hacemos ensayos con diferentes momentos de aplicación y observamos que antes de la floración es cuando el cultivo mejor responde», explicó. «Tenemos que mirar también el suelo, no solo la parte aérea. Si no reponemos nutrientes, el suelo no puede seguir rindiendo», agregó.

Por último, remarcó la necesidad de continuar articulando esfuerzos entre instituciones públicas, empresas privadas y universidades. «Este tipo de sinergia es clave para avanzar en soluciones reales para el productor. Y más aún cuando el clima nos impone desafíos tan grandes», concluyó.

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