Diego ‘Demonio’ Sánchez: “Lo único que cambiaría de mi vida es haber tomado cocaína”

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Diego «El Demonio» Sánchez contó su historia personal dentro del mundo del deporte, donde pasó a tocar el cielo con las manos a enfrentar su partido más duro contra una adicción que según él le recortó 10 años de carrera.

Con una carrera inmensa en el mundo del básquet que lo llevó a lo más alto del deporte nacional, Diego Sánchez, conocido entre los seguidores del deporte como “El Demonio”, se abrió a un profundo repaso de su carrera y las vicisitudes que le tocó atravesar en una entrevista brindada al programa El Aguante Deportivo de FM Máster, pasando por el recuerdo de un grito de campeón permanente a un pedido de ayuda para dejar atrás su adicción a la droga.

“Desde los 3 años entraba a la cancha con la pelota cuando mi papá jugaba en Don Orione y tenían que parar el partido porque yo pensaba que estaba en una cancha solo, y ahí ya tirando la pelota”, contó Diego, y recordó que “desde chiquito quise ser alguien en el deporte, mi anhelo fue ser goleador, y sin querer lo fui en todas las categorías en ligas nacionales”.

Más allá de aquellos primeros piques inocentes, Diego recuerda que el debut oficial en primera división fue a los 15 años con la camiseta de Villa San Martín, “el club de mis amores” asegura, para luego hacer una experiencia en Córdoba de Corrientes y de ahí pegar el salto a Pinedo Central, en el interior chaqueño, en lo que añora como punto bisagra de su profesión: “Por la decisión que yo tomé mis padres se terminaron peleando por un tiempo importante. Fue una charla familiar entre mi mamá, mi papá y yo, tenía 18 años recién cumplidos y estaba estudiando Abogacía, estaba en mi primer año y me iba muy bien, y vino ´Tatá´ Flores, mi entrenador, y me dijo si me quería ir a jugar a Pinedo, y mi papá me preguntó ‘¿qué queres hacer, cumplir tu sueño o seguir estudiando?, y yo le dije ‘yo quiero ser alguien en el deporte’, y para mi mamá fue un choque muy fuerte”.

Desde ese andar todo tomó una velocidad impensada para el ya bautizado “Demonio”, apodo que comenta “fue lindo en el momento, pero me trajo muchos problemas”. “A los 20 años estaba entrenando con la selección chaqueña y a los 23 estaba jugando en la A, no entendía nada, me pasaron las cosas demasiado rápido”, contó, y confesó que eso “fue muy duro”.

El transcurrir de su carrera y el desembarco en Tucumán, donde la consagración se volvió constante, lo catapultaron a la Liga Nacional, momento en el que se le forjó un nuevo punto de quiebre en su carrera: “Salgo goleador de la A, hago 1120 puntos y 155 asistencias en mi primera temporada con 25 partidos consecutivos haciendo 25 puntos, estaba N° 1 y después 14 extranjeros, y me hablan del Montecatini de Italia”, recuerda, y detalla: “Yo tenía descendencia por parte de mi mamá, me hacían el pasaporte comunitario y me iba, tenía todo arreglado, y una semana antes vino una oferta del Banco de Tucumán, de la Caja Popular, que me hacían una oferta sólo en dólares, que me quedara en Tucumán, que viva en un hotel 5 estrellas y todas las boludeces que uno se pueda imaginar. Y me quedé ahí, lamentablemente, pero bueno, las cosas pasan por algo”.

En ese remordimiento vigente de lo que podría haber tenido otro rumbo, Diego se recuerda que “el tener a mis viejos lejos, no tener una contención emocional especialmente, fue duro, y no me fui a Europa porque tomé la decisión errónea, y digo Europa porque podría haber jugado en Boca, en Estudiantes de Olavarría, en Quilmes”, sin embargo, sostiene con vehemencia que “no hay que arrepentirse”.

En esa zona de luces también comenzaron a aparecer algunas sombras para este deportista que estaba cumpliendo su sueño: “Nadie está preparado”, asegura, y explica que “uno llega al lugar que yo llegué estando solo, solo entre comillas porque mi familia siempre estuvo al lado mío, pero donde yo vivía estaba solo”.

En ese marco, Diego recuerda que “desgraciadamente no hice caso a mis padres en el buen sentido. Tomé malas decisiones, muchas cosas no hubiese hecho y muchas cosas hubiese hecho que no hice”, y agrega “no hubiese tomado nunca cocaína, eso cambiaría, nada más. Es lo único que cambiaría en mi vida”.

Ahondando en ese mal trago, El Demonio asegura que “desgraciadamente mi carrera se acortó 10 años fácil por culpa de mi adicción. Jugué hasta los 40, pero fueron mentirosos, ya estaba recuperado pero no podía competir”, y recuerda que “seguramente hubiese sido Selección Argentina, no sé si hubiese jugado en la NBA pero en Europa hubiese jugado años tranquilamente. Yo fui Selección Argentina Sub 22, estuve en la preselección con Manu Ginobili, Scola, Pepe Sánchez. Tenía 19 años cuando me citaron, pero los malos errores y las malas toma de decisiones son de las que me arrepiento”.

Rememorando aquella experiencia de la élite deportiva, sostiene que “tuve amigos del campeón, que es lo que les pasa a todos”, sin embargo, remarca que “cuando tuve mi primera internación estaba mi esposa, mi mamá y mi papá”. “Fue durísimo todo lo que tocó vivir, no solamente a mí sino a mi familia, porque a veces te haces tan egoísta y unipersonal en una adicción, donde no tenes remordimiento, no tenes corazón, sos otra persona que no querés ser”, asegura.

Pese a esa vorágine de la adicción que según relata le duró 10 años, sostiene que sólo le bastaron 2 meses de internación para superarse y estar próximo a cumplir 9 años sin consumir: “El día que me vi entre cuatro paredes monitoreado por computadoras me dije esto no es lo que yo quiero para mi vida. Ese fue el día que me di cuenta”, precisa, y agrega que hoy “soy un ser humano, y eso es lo que quería ser en mi vida”.

 

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